28/7/11

EL CODIGO DE LLOC

Por: Federico Chirinos Peña

El apacible pueblo amaneció gris como nunca y lleno de intrigas como siempre. En San Pedro de Lloc, donde aún se conserva el abolengo de la antigua nobleza, el chisme es un placer, es parte de la cultura popular, todos aman el runrún, siempre tienen una historia para contarte y si no la tienen, como si nada la inventan. Ese día corría un viento repentino que llevaba consigo el rumor de que habían robado “El Código de Lloc”, una obra preciada de incalculable valor que se encontraba en custodia de la antigua Iglesia Matriz de la ciudad. Pocos saben que este manuscrito histórico que data del siglo XV encierra entre sus polvorientos textos el misterioso destino de los tesoros pre incas del Cacique de Lloc, el joven monarca del milenario reino sampedrano. La obra consta de tres tomos encuadernados con acabados de filigrana muy bien conservados, con manuscritos codificados en latín, una cantidad impresionante de ilustraciones y mapas obsesivamente detallados que lo convierten en un documento único y que misteriosamente muy pocos conocen de su existencia, pero que debería ser una exigencia de conocimiento para todo sampedrano.

Lo insólito es que precisamente y gracias al desconocimiento de los propios ciudadanos, este enigmático manuscrito se ha mantenido oculto por siglos en la oscuridad de un ambiente secreto ubicado en la vieja capilla de adobe construida por los jesuitas en el siglo XV sobre el mismo lugar donde tres siglos después en la época colonial se edificara la actual Iglesia Matriz. Según narran los entendidos, con el paso de los años, esta obra quedó almacenada junto a varias reliquias, lienzos de la época y valiosas ofrendas religiosas, sin saber el real e inmenso valor que poseía. Es increíble, pero casi siempre fueron vistos como viejos libros empolvados que nadie entendía porque estaban allí ni para que servían y mucho menos lo que atesoraba en sus páginas. El autor de “El Código de Lloc” fue el cronista y aventurero español Diego Fernández de Palencia que sirvió al ejército real y que durante una larga estancia en las comarcas del norte recogió los testimonios de los indígenas lugareños que conocían la existencia del tesoro escondido.

En el relato casi mágico de las crónicas de Diego Fernández recientemente traducidas al español, el joven cacique gobernador de los antiguos dominios sampedranos diseñó pequeñas fortalezas y criptas subterráneas para esconder los tesoros de su reino en cuatro cavernas estratégicas del valle, marcados por los cerros de Cupisnique, Cañoncillo, Pitura y Puémape. Al pié de cada uno de estos lugares se construyeron los misteriosos escondites con muros de adobe y troncos de algarrobo, simulando ser templos de adoración y culto a Pakatnamú, bajo el amparo de los apus. Sin embargo, (y aquí viene lo interesante) según el mismo cronista, a la llegada de los españoles y en los tiempos de la captura de Atahualpa, de muchos lugares del imperio se enviaron expediciones con cargamentos de oro y plata para el rescate del inca, muchas de las cuales pasaron por estas tierras, aprovechando el lugar para descansar y aprovisionarse de víveres antes de subir hacia Cajamarca. Pero la sorprendente narración del cronista en “El Código de LLoc” revela que antes de seguir el viaje, llegó la trágica noticia de la inesperada ejecución y muerte de Atahualpa lo cual causó mucha indignación, miedo, estupor y desconcierto entre los indígenas, tomando la decisión de esconder varios cargamentos de utensilios, ornamentos, máscaras, collares y estatuillas de oro y plata en las cuatro cavernas construidas por el cacique hasta que llegaran mejores tiempos para el imperio. Como sabemos, eso nunca llegó y más bien los pocos indígenas que quedaron fueron asesinados sin piedad, perseguidos y sometidos por los conquistadores españoles, dejando el secreto enterrado en las cavernas y en el olvido de los años.

Otro aspecto que ha llamado la atención de los expertos en antropología es que en los mapas dibujados por el español se observa la ubicación detallada de los entierros marcados como criptas o lugares de culto, diversos códigos cifrados, enigmas numéricos, anotaciones incógnitas, dibujos reveladores, finas ilustraciones del paisaje, así como el trazo preciso de las rutas de acceso a cada escondite; las cuales visualmente forman un perfecto rombo trapezoidal que al centro lleva una frase escalofriante “Mortis. Ex Umbra in Solem” que en latín proféticamente significa “Muerte. De la sombra a la Luz” y que traducida al lenguaje popular diría algo así como “Muerte para aquellos que osen sacar el tesoro a la luz”.

Y cuentan que eso es precisamente lo que sucedió. Cuando se afincaron los españoles en estas tierras, nobles y poderosos hacendados de la dinastía castellana que vivieron en el valle y se enteraron de la fabulosa historia, organizaron una expedición de búsqueda del entierro dorado en la primera caverna ubicada en Cupisnique, contratando a un viejo y prestigioso caza-tesoros de origen irlandés que comandó a un grupo de veinte ambiciosos expedicionarios. Dicen que la experiencia no pudo ser más trágica y terrible. Al llegar al lugar indicado, el ambiente se nubló completamente, un viento insospechado levantó una polvareda ácida de color cenizo que envolvió a todos sin dejarlos ver ni respirar. En medio del infierno envenenado y al borde del caos, cayó del cielo una luz relampagueante acompañada de un poderoso estruendo que los ensordeció y no se supo más de nadie. Tal vez el espíritu de los guerreros antepasados volvió encarnado como si fueran guardianes eternos del tesoro. En el lugar solo han quedado vestigios de osamentas humanas calcinadas que hasta ahora se pueden ver semienterradas muy cerca de la piedra escrita. A partir de entonces todo quedó en secreto, nadie quiso hablar del tema, solo se conocieron chismes y vagas conjeturas relacionadas a los maleficios del preciado entierro. Pero nunca nadie habló de la existencia de “El Código de Lloc” hasta ahora que nos hemos enterado de su muy extraña desaparición. ¿Y quién pudo haberlo robado? ¿Quién conocía de su valor? ¿Por qué desapareció estando en custodia? No hay respuestas claras o más bien no hay ninguna respuesta, sólo rumores de lo que podría haber sucedido.

Unos dicen que durante la remodelación de la iglesia se encontró el viejo manuscrito, el cura le echó un ojo y sospechó que tenía algo grande entre manos. Se lo llevó subrepticiamente a Italia para examinarlo con expertos historiadores, comprobando su autenticidad y más aún quedando perplejos por la historia allí contada. Desde entonces, se lo ha visto en extrañas idas y venidas sin mayor explicación, prestándose a muchas suspicacias. Sin embargo, otros sampedranos al parecer bien informados, citan como responsables a un conocido coleccionista, a un miembro del museo, a un barbudo piurano y a integrantes de la casa de la cultura, debido a que ha trascendido la organización de sospechosas reuniones nocturnas con sesiones de brujería hasta el amanecer. Se afirma que hace poco en uno de los rituales celebrados por este grupo de conspiradores sobre las arenas del viejo pueblo, cerca a Puémape, sucedió un hecho paranormal. Era una noche de luna llena, la luz y el clima prometían, pero súbitamente en pleno rito todo oscureció, el ambiente se llenó de un insoportable olor a azufre quemado que producía dolor, un escalofrío fulminante recorrió los cuerpos de los presentes que quisieron huir despavoridos pero extrañamente no pudieron, lo impedía el inusitado magnetismo de un mundo oculto y encantado, nadie pudo moverse y comenzaron a sentir sus extremidades acalambradas con fuertes convulsiones. Dicen que el intenso poder magnético de la tierra era tan fuerte que el maestro brujo allí presente logró ponerse en cuclillas y vociferando lisuras quiso tomar su espada de acero que estaba sobre el manto de la mesada hechicera y no pudo levantarla ni un milímetro, parecía empernada al suelo y nada pudo hacer a pesar de la fuerza de sus poderes. La alucinante escena que parecía eterna sólo duro unos minutos, los nubarrones empezaron a disiparse entre los rayos rojizos de la luna, mientras todos sudorosos entre lo absurdo y lo irreal se miraban entre sí desconcertados, sin entender lo que pasaba, viendo asustados que sus cuerpos estaban bañados en cenizas y las ráfagas de frío viento arenado aún continuaba. No está claro el asunto, pero desde ese día a todos ellos se les ve caminar abrigados, presurosos, alterados, silenciosos y cabizbajos por las calles del pueblo. Pero como yo no creo en brujos, la trama que más me ha cautivado es la que dice que un reconocido catedrático sampedrano informado de la existencia de “El Código de LLoc” ha digitalizado electrónicamente todos los documentos existentes con el apoyo de historiadores especializados de la Pontificia Universidad Católica y han vendido el legado histórico a los expertos arqueólogos de la National Geographic para que inicien cuanto antes las sofisticadas exploraciones científicas de cada una de las tres criptas que aún se encuentran enterradas hasta develar el misterio de los históricos tesoros del inca y se conozca a nivel mundial el impensado hallazgo en plena ruta moche.

Ante la expectativa estamos advertidos, aunque hay elementos de leyenda, existen numerosos hechos verosímiles y creíbles para que las autoridades intervengan. Si esta conjura es cierta, pronto San Pedro de Lloc se llenará de exploradores gringos, excavaciones, gente extraña, flamantes millonarios, comisiones investigadoras y más chismes. Yo no creo en las historias llevadas por los tubos del chisme, las habladurías y las murmuraciones, pero entiendo que es una forma humana que usan algunos para no aburrirse, uniendo las situaciones reales con la imaginación. Me parece que el chisme es un desfogue de la conciencia, del que sabe algo importante y no puede contar la verdad por miedo o complicidad, así que recurren a la simplicidad del rumor y al dicen que dijo, para esparramar su historia de esquina en esquina, de calle en calle, de plaza en plaza. No le digan a nadie que yo se los conté.

fchirinosp@yahoo.com

14/7/11

COOOOOCHE A LA VISTA

Hay recuerdos que serán eternos, imborrables por que nos han quedado marcados en el alma y nunca cicatrizan. Aparecen de pronto, me suele pasar cada cierto tiempo, llegan corriendo como si se tratase de una carrera para ver cual llega primero, por algo será. Total, la vida también es una gran carrera, vivimos corriendo todo el tiempo tratando de llegar a nuestras metas y cuando llegamos, otra vez empezamos a correr hacia otro destino.

Recuerdo la primera vez que mi primo Pocholo llegó de Lima a San Pedro de Lloc. No lo conocíamos, vivía en Lima, tenía 17 años, era el hijo mayor de mi tío Lucho Chirinos primo hermano de mi papá. Era diciembre de 1974 acababa de terminar la secundaria y le pidió a mi tío que le regalase un viaje al norte para conocer a la familia Chirinos y a su pueblito donde se comían las lagartijas, del que tanto le habló. Llegó un día sin avisar, todo bacán con el pelo largo de esos años, con su mochila, lentes Ray Ban, camisa floreada bien apretada, pantalón acampanado, macarios, correa ancha y un corazón inmenso.

Se presentó una mañana en la Joyería de mi papá acompañado de su amigo Rubén, con una carta escrita a mano en papel oficio con sello de agua que decía: “Querido primo Jorge, agradeceré tu amabilidad de recibir por unos días a mi hijo Alberto… tú ya sabes cómo son los muchachos, ta ta tá, ta ta tá… espero que yo también pronto pueda viajar con Olinda y toda la familia… Un fuerte abrazo. Tu primo Lucho”. Pocholo era su chapa, pero se llamaba Luis Alberto, soñaba con ser militar y de los buenos. Mi papá en ese momento lo llevó a nuestra casa de la calle Zepita y desde que llegó nos tratamos con mucho afecto, respeto y cariño, congeniando rápidamente con mis hermanas y en especial con mi hermano Jorge.

Y nos pasamos la mañana conversando de la familia, jugando damas chinas, conociéndonos poco a poco. Pero él venía en busca de acción, así que no se aguantó y preguntó ¿Qué hay para hacer o conocer acá en San Pedro? Mis hermanas no lo pensaron mucho y dijeron: ¡Primo, mañana es el quinceañero de Pilar Ventura!, ¡Vamos primito, es con los Yacos Boys! Alberto miró de reojo a su amigo, sonrió y sin mucho entusiasmo sólo atinó a decir ¡Que chévere! Mi hermano Jorge lo invitó para que después del almuerzo vayamos a jugar fútbol y después a montar caballos ¿Tienen caballos? Claro, mi tío tiene un montón, puedes escoger el que quieras y haremos carreras… ¡Mostro, qué bestial, muero por montar un potro, porque si ingreso a la Escuela Militar quiero ser de Caballería! Y fue entonces que yo también metí mi cuchara para no quedarme atrás ¡Primo, el domingo vamos a ver la Carrera de autos! ¿Carrera? ¿Dónde? En la Panamericana ¿Di?, con mis amigos vamos a ir a verlos cuando pasan por la curva de El Hornito ¿Di?… ¡Bacanazo, iremos a ver la carrera! Entonces, sin imaginarlo, mi primo tenía un programa de lujo para el fin de semana, muy atractivo para limeños recién llegados, pero ni se imaginaban lo que les esperaba vivir en tierras sampedranas.

¿Qué has cocinado tía Enma?... -¡Caldo de mondongo, Suco guisado y Cebiche de tollo seco! ¿Les gusta? Tendrían que haber visto las caras que pusieron, ja, ja, ja,…¡en su vida habían comido eso! (Ellos hubieran preferido un bisteck, una milanesa o un spaghetti). Mi mamá comenzó a servir el rico caldo de mondongo a uno por uno, imagínense nosotros somos trece hermanos nomás, más mi papá, más mi mamá y más los dos invitados, tremenda mesa que se armó. De pronto pasó algo inesperado, mi hermano Lucho de nueve años comenzó a llorar… ¿Qué te pasa? Y en toda su inocencia decía ¡Yo no quiero esta sopa… a mi no me gusta el caldo de pichu…! ja, ja, ja,… todos nos sonrojamos y no pudimos contener la risa… ¡Toma el caldo, aquí todos comen lo que se sirve y punto!... Era una escena de película, los invitados cabeza gacha y mirando al plato se tomaron todo el caldo y de un solo tiro sin respirar ja ja ja. Ahí nomás, sirvieron el sudado y los limeños descubrieron aliviados que Suco era el nombre de un pescado delicioso y que el Cebiche de tollo seco estaba en su punto, devorándoselo en un dos por tres -¿Sobrino, que tal estuvo el cebiche? preguntó mi papá. -¡Muy bueno tío! ¡Te pasaste tía, todo muy agradable! ¿Y de donde traen este tollo? -¡De los arenales! -¿De dónde? -Son tollos sampedranos que viven en los arenales y se alimentan de algarroba ¿Di?… ja, ja, ja,… recién Pocholo y el chato Rubén se miraron las caras incrédulos, dándose cuenta que acababan de bautizarse como sampedranos comiendo el auténtico cebiche de cañán. -¡Pucha, no puedo creerlo, que rico, hemos comido lagartijas!, ¡No me van a creer en Lima!... ¿Y no pasa nada? -No, sólo que ahora vas a trepar las paredes con más facilidad… ja, ja, ja,…

Después de una corta siesta, teníamos que cumplir con el programa ofrecido. ¡Primo vamos a jugar al Mansiche! Y el buen Pocholo corrió a cambiarse saliendo vestido de pies a cabeza como todo un futbolista profesional ¡Listos, nos vamos! -¿Primo, está lejos el Mansiche? -¡No, queda acá atrás nomás! Salimos hacia la calle del barrio y allí nos encontramos con todos los patas que jugarían esa tarde, allí estaban los Espinoza, los Lara, los Tapia, los Quispe, Liberato, Joché Gálvez y el chino Manuel… ¿Quién falta? ¡Falta Jackson! Mi primo volteó y preguntó ¿Quién es Jackson? Mi vecino, le dije con naturalidad y él se quedó pensando o imaginando que Jackson sería un gringo de dos metros, pecoso, con barba y ojos azules. ¡Oigan, llamen a Jackson! Y se nos ocurrió mandar a Pocholo para que toque la puerta del jugadorazo y pregunte por él. ¡Buenas tardes señora! ¿Puede llamar a Jackson? ¿A Quién? ¡Carajo aquí no vive ningún Jackson, mi hermano se llama Oscar García! Mientras todos nos matábamos de risa, mi primo avergonzado y sonrojado se disculpaba ¿Disculpe, puede llamar a Oscar? La vecina se dio media vuelta y caminando por su oscuro callejón gritó ¡Jackson te llaman!!! ja, ja, ja,… Adió, cuando salió Jackson, para sorpresa de mi primo, no era ni la sombra de lo que lo había imaginado, sino un chato flaco, chueco, despeinado, ojeroso y sin gracia ¡Esa huevada es Jackson! dijo mi primo riéndose sin parar, ja, ja, ja,… Entonces caminamos hacia la cancha que quedaba atrás del barrio por el camal y Pocholo volvió a preguntar ¿Por acá se va al Mansiche? Sí, de acá a dos cuadras. Mi primo no imaginó que la cancha de tierra donde jugábamos tenía el mismo nombre del famoso estadio trujillano y mucho menos que era un verdadero potrero o una chacra abandonada improvisada como cancha de fútbol, llena de charcos de barro, donde corría un viento endemoniado levantando nubes de polvo. Esa tarde mi primo debutó en canchas sampedranas y terminó hecho una desgracia, con su uniforme embarrado, varios golpes y raspetones, pero se dio el gusto de haber jugado en el bravo Mansiche con la mancha del Alianza Zepita. Fútbol macho le dicen.

Por la noche jugamos cartas, sieteymedio, ocholocos, nadie sabe para quién trabaja, golpeado, nervioso, veintiuno, tallita con apuesta y nos acabamos todas las cocadas de mi mamá ¿Has escuchado a los Pasteles Verdes? -No. ¿Y a los Rumbaney? -Menos. ¡Adió, primo, tas quedao, tas fuera de onda! Voy a prender el tocadisco dijo mi hermana Malena y escuchamos veinte mil veces “Recuerdos de una noche”, “El reloj” y “Llora corazón” hasta que se rompió la aguja. A la mañana siguiente cumpliendo con lo pactado ¡Vamos a montar a caballo! ¡Vamos!!! Y fuimos hacia atrás del estadio a un corral por Los Cocos cerca de la huerta de Don Andrés Tapia, mi hermano Jorge y yo agarramos un caballo cada uno y otro para mi primo, montados a pelo nomás y nos fuimos cabalgando felices por los callejones hacia la Pichirura. Pocholo no ocultaba su alegría, no cabía en su pellejo tanta felicidad, le brillaban los ojos y saltaba emocionado con el trote de la yegua alazana que le había tocado ¡Primo, parece que estamos en el Gran Chaparral! Y como verdaderos chalanes, enrumbamos hacia el camino a Santa Elena y los tres nos fuimos haciendo carreras a todo galope y la verdad es que mi primo lo hacía bien, parecía que había montado toda su vida. En una acequia paramos a descansar, recogimos por allí un par de guanábanas, unos cuantos choclos, mucha yunya y nos dimos la vuelta en los caballos conversando a trote lento y comiendo unas dulces cansabocas. -Mira primo, le dijo Jorge, cuando lleguemos al corral, si alguien te dice algo por los caballos, tú nomás le dices que mi tío Don Bola nos ha prestado ¿Así se llama? -No, pero así le dicen al tío ¿Di? Ya estábamos llegando cuando de pronto vimos que alguien venía a caballo corriendo atrás de nosotros. Jorge y yo imaginando lo que vendría, saltamos del caballo nos metimos por las chacras y no paramos de correr hasta la casa. Mi primo sin darse cuenta de lo que pasaba, volteó a buscarnos, mientras el jinete desconocido lo arrinconaba y le gritaba ¡Bájate mierda! ¿Quién eres? ¿Quién chucha les ha dicho que agarren los caballos? -¡Mi tío Don Bola! afirmó mi primo con mucha seguridad. -¡Yo soy el dueño carajo y nadie me dice Don Bola so jijunagranputaaa! ¡Bájate so mierda!!! Y zúacate!!! ja ja ja. Pocholo llegó corriendo tras nuestros pasos, asustado, sudoroso y matándose de risa ¡Puta, bien bravo resultó el tío Don Bola! ¡Qué pendejos son ustedes! ja, ja, ja,…

Y esa misma noche era el quinceañero, Malena, Pilar y Beatriz, (mis hermanas), estaban en todos los ajetreos, poniéndose ruleros, probándose los vestidos y los zapatos mirándose en el gran espejo del ropero. Y en una cama, rodeado por nosotros, Pocholo tirado boca abajo, con una escaldada de la patada que tratábamos de calmarla con yantén, hojas de malva, chuño y cuanta cosa servía para eso. ¡Tómate esta hierbaluisa caliente! Le dijo mi mamá. ¡Ummm, gracias tiíta está buenaza! ¿Acá siembran hierbaluisa? ¡Como cancha! ¿Di? Respondió al toque Jorge. -¡Que bacán, me gustaría llevar, a mi mamá le encanta! -Ya pues mañana vemos. ¡Cámbiate primo que ya nos vamos! Y Pocholo muy obediente pero con mucha dificultad se puso su terno celeste eléctrico con pantalón campana y botas de taco perilla. Un poco de glostora y listos para el tono. Antes de que salgan, jalándole el brazo le recordé todo cargoso ¡Primo, mañana nos vamos temprano a ver la carrera! ¿Di? Claro, claro, dijo Pocholo. En ese momento llegó mi primo Richard Tapia desde Chimbote también invitado para la ocasión, la cosa pintaba bien, la celebración sería a todo dar, todo el barrio estaba invitado y era con los Yacos Boys de Pacasmayo que entonces causaban furor. Todos salieron del dormitorio con sus mejores fachas hacia la sala donde estaba mi papá sentado leyendo un viejo Condorito. Las señoritas Chirinos estaban bien al cuete estrenando tacos, luciendo sus radiantes y coloridas maxifaldas. ¡Papi, nos vamos con mis primos a la fiesta de Pilar! -¿A dónde? -¡Al quinceañero! -Y sin mirar a nadie les dijo: ¿Y a quien han pedido permiso? Pero papá, caramba, no seas así, vamos a ir todos, con Jorge, Pocholo y Richard… también van a ir la Rosmery, las Pichichis… ¡Nadie va a ningún sitio! ¡Y se me acuestan ahorita que voy a apagar la luz!!! Pero papáaaaaa… y nada se pudo hacer, enmudeció la casa para llenarse de caras largas, amargura y desencanto… vinieron los murmullos, llantos, rabietas y mi papá apagó la luz. No había chance a discutir ni reclamar. Se dijo y se hizo. Mis pobres hermanas lloraban desconsoladas de impotencia en su cama y mi mamá junto a ellas. La ilusión adolescente había terminado, pero la fiesta que recién empezaba estaba a solo una cuadra; las canciones de Katunga, Los Mirlos y Los Latin Brothers, sonaban en toda la casa y entre canción y canción se escuchaban los suspiros y llantos contenidos de mis hermanas y también los ronquidos de mi padre.

¡Primo! ¡Primo! Los coches ya están por Chiclayo -¿Qué coches? -¡La carrera ya está llegando a Chiclayo! ¡Arnaldo Alvarado va a la punta! -Ya, ya primo ahorita me levanto, estoy hasta el perno, puta me duele todo, tengo una llaga en el poto ja ja ja. Eran las nueve de la mañana del domingo, el día estaba soleado, nos tomamos el quáker al vuelo y salimos impacientes para encontrarnos con la collera del barrio e ir a ver la carrera. Una pequeña radio a pilas transmitía la Gran Carrera Nor Peruana en la voz de Oscar Artacho: “Coooooocheee a la vista….cooooocheee a la vista… pasa raudamente el gran Arnaldo Alvarado en su potente Ford 48 a ciento ochenta kilómetros por hora, el rey de las curvas lidera la competencia CASTROL GTX, seguido de cerca por el Zorro Yangali en su Mustang 350… ” Mientras, el grupo de improvisados aficionados avanzaba a paso acelerado por los arenales rumbo a Santa Lucía, mi primo Pocholo venía rezagado caminando con dificultad con las piernas abiertas para que no le molestara el roce del pantalón. Regresé para acompañarlo y chamullarle un poco de la carrera ¡Manya primo, por acá van a pasar Jano Montoya, Luchón Alayza y Coco Corbetto…! Y en eso estábamos, cuando por la radio escuchamos lo esperado por tanto tiempo “Rugen los motores, coooocheee a la vista… el primer corredor de la categoría Turismo Mejorado hace su ingreso al Puerto de Pacasmayo y muy cerca, casi pegaditos, se divisan uno, dos, tres y hasta cinco coches a toda velocidad…” ¡Corre primo, corre!!!... ¡Ya están en Pacasmayo! Y los veintitantos muchachos del barrio corrimos emocionados hacia lo más alto del arenal de Santa Lucía que se encuentra al lado de la Panamericana, buscando la mejor ubicación en el que sería nuestro palco preferencial para ver la esperada competencia. En el lugar ya había mucha gente, busqué un algarrobo y me subí allí para ver mejor. A lo lejos, el fuerte ruido de los motores se empezó a sentir rumm, ruuummm, rummmmmm!!!… entonces vimos desde allí que a lo lejos en la recta de la Fábrica de Cementos aparecía a toda velocidad el primer corredor… ¡Coooocheeee a la vista…! Rumm, rummm, rummmmmm… ¡Era increíble! en sólo un instante ya estaba en las curvas de El Hornito, el campeón dobló a la izquierda, dobló a la derecha y aceleró runmmmmmmmm!!!… pasando como un rayo de color rojo a solo cien metros frente a nosotros en medio de una densa polvareda y una bulla infernal ¡Bravooooooo! ¡Yeahhhhhhh! El ruido de los motores era ensordecedor, la adrenalina fluía al máximo, las llantas chillaban en el asfalto y nosotros gritábamos de felicidad. Rumn, rummmm, rummmmmmm!!!… y pasó el pelotón de cinco o seis autos que seguían y pugnaban por alcanzar al primero. Y ahí nomás otro rumm, rummmm!!!… y pasó el segundo y último pelotón de autos. -Pucha ¿Y mi primo? Bajé del árbol, fui a buscarlo entre la gente y lo encontré que recién llegaba cansado a la cima del arenal -¿Dónde estabas? ¿Y primo, qué tal carrera? -¡Huevón, no he visto ni mierda! ¡Recién estoy llegando! Me dijo muy molesto. -Y apenado le comenté despacito, pucha primo la carrera ya terminó. -¡Oye so huevón, he caminado escaldado como cojudo toda una hora para ver la carrera y me dices que ya terminó!!! Yo no tenía la culpa, era muy tarde para entender que Pocholo esperaba ver una o dos horas de competencia como en Lima, ja, ja, ja,… Tras las risas culposas y sin darme cuenta la radio seguía encendida en mi bolsillo “Los corredores han pasado San Pedro de Lloc batiendo el récord de…” ¡Apaga esa cojudez! Me dijo Pocholo con voz militar. Lo apagué y mudos los dos regresamos a casa.

Desilusionado y adolorido Pocholo se echó a descansar. Más yantén, rodajas de tomate y paños calientes para sus nalgas escaldadas que ahora además estaban llenas de arena. Era la tarde del domingo y la aventura norteña llegaba a su fin para los visitantes limeños, esa noche regresaban a Lima y comenzaron a alistar su mochila y maletines. -¡Tía, quiero llevar un poco de hierbaluisa! -Claro hijo, anda con Jorge a la huerta para que corten lo que quieras. Y mi hermano Jorge bien acomedido lo llevó hacia una chacra llena de mala hierba conocida como rabo de zorro y le dijo señalando el horizonte -¡Primo, corta todo lo que quieras! -Asombrado Pocholo respondió ¿Todo esto es hierbaluisa? -¡Y de la buena! ¿Di? Le dijo Jorge, haciéndole oler una hoja de la verdadera hierbaluisa que había llevado escondida en su bolsillo. Entonces Pocholo se echó a cortar entusiasmado, armó dos grandes tercios que llevó orgulloso en sus hombros hasta la casa y los guardó en su maletín sin saber lo que estaba llevando. (Para hacer un poco de espacio me regaló un pantalón blanco y sus macarios nuevecitos). Esa noche, después de haber conocido al pueblo de su padre, a la familia sampedrana y a los pendejos de sus primos; el gran Pocholo regresó con Rubén a la capital en la Perú Express, cargado de anécdotas, ilusiones, dos tercios de rabo de zorro y bien escaldado, pero feliz -¡Chau, caldo de pichón! Le gritó a mi hermano desde la ventana del ómnibus para desquitarse con cachita de todo lo sucedido, ja, ja, ja,… y con esa chapa lo bautizó para siempre ¡Nos vemos, caldo de pichón! ja, ja, ja,… Les cuento que con mi primo Luis Alberto Chirinos Fernández hemos vivido mil aventuras que sería muy largo de contar, pero él con gran esfuerzo logró su sueño, hoy es un respetado Coronel EP del Arma de Caballería, para admiración de los Chirinos y toda la familia. Gracias a él, cada año en setiembre, desfilo al frente de la Promoción Razurina 1976 luciendo el glorioso uniforme de oficial de los Húsares de Junín que generosamente me ha obsequiado y que conservo con orgullo junto a los divertidos y hermosos recuerdos que con alegría viven en el corazón de mi memoria. ( fchirinosp@yahoo.com ).

TIEMPOS FELICES

Es la Fiesta de San Pedro de Lloc y este año no estaré allí. No importa, para eso están los sueños, por un instante podemos echar a volar nuestra imaginación y traer de la memoria un pasaje de esos tiempos pasados de felicidad. Recuerdo las festividades en mi pueblo como si fuera ayer. Eran los años setenta y estaba próxima la fiesta sampedrana. Una semana antes recibimos en casa el telegrama que avisaba la llegada de Lima de mi tío Alejandro y mi tía Yolanda con todos mis primos en la Nor Andino. Qué felicidad, era una semana sin dormir esperando con ansias que llegara ese día y levantarse a la seis de la mañana para recibirlos en la Plaza de Armas, el viejo ómnibus se estacionaba y comenzaban a bajar los pasajeros uno por uno y se armaba un concierto de bienvenida con inmensos abrazos, besos y lágrimas de emoción familiar. Vamos a casa contando las últimas novedades, cargando como 20 maletas en un triciclo, y de frente al desayuno que nos espera con marraquetas, pan de yema de la Panadería Mora y un Frito calientito hecho en casa…si hasta siento el olor, acompañado del inconfundible café pasado o de la riquísima leche fresca servida en jarro con su tremenda nata…y si allí hubiera estado Gastón diría… uhmmmm.

Mis primos tenían dinero, en esos tiempos tener dinero significaba poder comprar una fuente de papitas rellenas de Doña Agustina, frunas o sublimes en la tienda de mi tía Juanita y figuritas en Doña Jacinta, era lo máximo. Tener dinero no era vestir con ropa de marca, tener celular, iPod o 4x4 como ahora. Con mis primos de Lima llegaba la alegría y también la propina, suficiente para comprar el mejor trompo del barrio pintado de esmalte y con punta machete, los más ricos marcianos de fruta, unas mentas con maní de Don Rubén y todas las pastitas con sabor a toffee que vendía mi Mamá.

Entonces, ese día el sol salía más fuerte que nunca y venían los planes para ir a caminar por las huertas del campo, en patota, primos, amigos, todos juntos. Pero había un pequeño problema para los visitantes, - ¿Mamita, nos das permiso para ir con mis primos a La Pampa? - ¡Recién llegan y ya quieren largarse! - ¡Por favor mamita, no seas malita, vamos con mis primos!... un silencio total y prolongado invadía la vieja casona de mi abuelo Federico donde se hospedaba la familia…hasta que por fin… ¡Pero vienen temprano!, ¡Pobre de ustedes que no lleguen antes del almuerzo!... mientras mi tía terminaba de dar el permiso, todos escuchábamos sus últimos sermones ya por el Puente Balta, era una sola carrera acompañada de risas, bromas y burlas…¡el último en llegar es un burro!... ¡chepi!... ¡chepi!... ¡así no vale!, ja ja ja. Era la más sana y pura diversión, nada parecido a lo que sucede ahora con los chicos que van solos a una cabina de internet de medio metro durante horas o a encerrarse en un dormitorio jugando play station.

Mis primos eran gorditos, verlos subir el Arenal del Pato era un espectáculo único, el sol los ponía chaposos a los limeñitos que llegaban bien blanquiñosos, pero ellos y nosotros felices, podíamos correr sin parar hasta que se nos salga el corazón, lo importante era que estábamos juntos otra vez. En el camino no faltaba un burro para montarlo, una huerta para “robar” frutas y era el momento esperado para divertirse en los arenales y en los algarrobales sampedranos. Se jugaba al Mata Gente y a las Escondidas, era espectacular, a una voz, todos corrían a buscar su escondite, algunos tímidos lo hacían en pareja y si te tocaba con alguna prima mucho mejor… ¡Ven prima, métete aquí, yo atrás tuyo para que no te vean!.. jajaja… ¡Ampay!, ¡Ampay!, ¡Me salvo con todos mis compañeros, vivos o muertos!... qué tiempos, sólo eso bastaba para ser felices, nada más, y así podíamos seguir toda la mañana. Nada de Nintendo, Wii, Xbox, ni cojudeces. Claro que no llegábamos a La Pampa, en el arenal nomás se acababa la mañana, damos la vuelta por el Puente Varas y moría el permiso que nos habían dado, recordando en ese momento las sabias palabras de mamá… ¡Pobre que te demores…te rompo el cincho en el lomo y me desgracio contigo!... (En ese tiempo no existía la Demuna y pobre que te quejes, más golpe carajo, jajaja).

De regreso, todos a bañarse en la acequia y en calzoncillos. Y a jugar otro Mata Gente con la pelota, mismo waterpolo. Desde la rama de un gran árbol nos tirábamos al agua como tarzanes o vaqueros de la época en una juerga interminable hasta llegar agotados a la casa listos para almorzar. ¿Listos?..¡Todos a bañarse carajooooo!.. No había ducha, a sacar agua del pozo, con bomba manual, llenar los baldes y a bañarse con jabón de pepa y para el cabello sedoso unas gotas de limón y listo. Ni en sueños existía el jabón con fórmula exfoliante en base a coco, palta o algas, y mucho menos el shampoo triple acción super mejorada para cabello clásico, liso eterno o rizos hidratados… ¿Qué mierda es eso?... ¡Ven para hacerte la raya al costado!, ¡Levanta la cabeza!, ¡Mira al frente y échate un poco de aceitillo que ahorita llegan tus tíos!...jajaja, no dejo de reírme con sólo recordarlo. ¿Acaso eso no era lo más cercano a la felicidad?.

Para el almuerzo mi papá había matado un gran borrego que como siempre mi madre cocinaría con su sazón inconfundible, juro que aunque he tenido la fortuna de almorzar en los mejores restaurantes peruanos, jamás he vuelto a probar esos sabores inconfundibles de la cocina de mi mamá. De arranque humitas de choclo de la casa con su Sangresita, seguidas al toque de un generoso cebiche de toyo con su mococho, harto ají y camotes amarillos. En el intermedio una humeante raya ensarzada para picar y comenzar a girar con sus respectivas cervezas o chicha de jora, también de la casa, según las preferencias de los invitados. Nosotros los muchachos preferíamos ver tomar la chicha para observar el descorche que hacía mi tío Hércules que había llegado invitado (así se llamaba, era el tío más musculoso y cariñoso que hemos tenido. Él era mudo, pero se hacía entender mejor que nadie cuando nos decía: …aaaraaraaputaaaaaaaa!!!), entonces agarraba la botella con una mano y con el dedo pulgar hacía volar el corcho por los aires haciéndonos creer que abría la botella con un ojo y para admiración de nosotros comenzaba con su repertorio de trucos con corchos, chapas, cucharas y servilletas, era único, lo recuerdo siempre con mucho cariño en mi corazón. Otro personaje invitado a estos reencuentros familiares era mi tío Lucho Barroso que no paraba de contarnos sus chistes colorados, unos más picantes que otros y hasta ahora, cada vez que lo veo me suelta el último de su repertorio.
Mientras tanto, el almuerzo continuaba en una mesa larguísima, alegre y entrañable. Y venía lo mejor, un auténtico seco de cordero, arroz graneado en plato hondo y frejoles con yucas.., ¡Por favor para mí con concolón!.., y se armaba la fiesta de los grandes. Un viejo y fiel pick up sonaba en toda la casa, un par de discos de la Sonora Matancera y Rulli Rendo tocaban toda la tarde, acompañados de una batería latosa que solo hacía una bulla de la patada. No sé por qué le llamaban Ritmo. El piso del comedor lucía brillante con el petróleo que se le pasaba y era el mejor escenario para que mi tía Betty y mi tío Alejandro sean los primeros en bailar al ritmo de la “Pollera Colorá”. Ahora pocos bailan espontáneamente en una reunión, para divertirse quieren DJs, con sonido electrónico y amenizarlas con bodrios como Tongo y La Tigresa del Oriente.

Y la cosa seguía, la tarde era nuestra, nos aprovechábamos del pánico, más propina de los tíos y corriendo hasta los Toldos que llegaban para la fiesta. A comer buñuelos, cocadas, chancaquitas, suspiros, alfeñiques y todo lo que se pueda ya que eso no se repetiría por lo menos hasta el verano. Nos ubicábamos al fondo del Toldo preferido para jugar, comer, apostar y escuchar música en la Rockola RCA que funcionaba con monedas. Un sol, una canción. Infaltables: B5 “Recuerdos de una noche” de Los Pasteles Verdes, A6 “Dale Duro” de Los Mencos, D7 “El último tren a Londres” de Electric Light Orchestra, K2 “Me dices que te vas” de Iván Cruz, M10 “Hola Soledad” de Rolando Laserie, R9 “Entre Rejas” de Lisandro Meza, C8: “Samba pa´ti” de Santana y muchas más, en todos los géneros. Eran placeres y cosas simples de la vida las que nos hacían tan felices. No se necesitaba seguridad, ni guachimanes ¿guachi…qué? o fortachones del 911, para los faltosos estaban mis patas los bronqueros, los verdaderos faites, un sólo silbido y aparecía sobre la mesa el Loco Kerosene, el Mocho Dante, o el Loco Alfredo, ¿Algún problema? y se arreglaba el asunto, aunque en algunos casos más bien se descomponía todo, jajaja.

¿En la noche vamos a bailar?... ¿A dónde?... ¡A la Piscina pues gafazos!... ¡Hoy toca el Sonido de los Hermanos!... y otra vez la pregunta: ¿Nos darán permiso? ¡Ya pues papito no seas malito!, ¡Por favor mamacita, venimos temprano, vamos a ir todos juntos, yo cuido a mis hermanas!… ¿Yo cuido? jajaja. ¡Ya está bien, pero vienen antes de las 12!... ¿Antes de las 12? Cómo me río solo. Quien lo hubiera imaginado, hoy mis hijos a las 12 recién están saliendo a la fiesta, y nada de ¿Papá por favor puedo ir?, eso ya no existe, ya fuiste, ahora sólo te dicen a secas ¡Pá, ya vengo!. Si le hubiera dicho eso a mi viejo, me volteaba la cara de un lapo. Pero que importaba eso, una vez en la fiesta, todo era felicidad, la mejor música, salsa dura de la buena y cumbia elegante, esperando con ansias que toquen la balada pegajosa para bailar con esa flaquita linda, abrazarla por un instante, sin apretar mucho, tocarla sin decirle nada (¡que babosazo!), oler su perfume Max Factor y suspirar, solo suspirar, con la esperanza de que algún día caerá. Entonces había que trabajar mucho, había que declararse, escribirle no sé cuántas cartas, pasar frente a su casa ocho mil veces, mirarla de lejos en la Plaza de Armas, buscar un o una alcahuete, mandarle regalitos y después de varias lunas y una copa de guinda, decirle a boca de jarro: ¡Sabes, quiero estar contigo!... escuchando casi inmediatamente como un susurro contenido ¡Yo también!... ¡Ya pues vamos atrás del Cine!. Era el fin del romanticismo, tanta vaina para eso, jajaja… Allí atrás del Cine Sevilla, escondidos en un viejo poste, llegaban los besos primariosos… jajaja… era el sitio más oscuro de la calle y no importaba que se sintiera un fuerte olor a pichi, porque la emoción de unos enamorados al paso y el aroma de ella eran más fuertes que todo. ¡Pero no le cuentes a nadie ah!... ¡Sino ya no me junto contigo!.. jajaja. Qué tiempos inolvidables.

La cosa era, que del baile todos regresaban felices con sus amores fugaces, en dos horas Cupido había trabajado como nunca. Mi primo había chapado con mi prima, mi prima se había enamorado del Zorro, mi otro primo había agarrado con la vecina, mi pata le había sacado plan a mi hermana, mi hermano se había levantado a La Pancha, y yo chape y chape atrás del cine… jajaja. Tanta palomillada junta que lo que más me da cólera no es haberlas cometido, sino el no poder repetirlas. Si, ya lo sé, por supuesto que la fiesta era mucho más que todo lo contado. Con increíbles fuegos artificiales, una inmensa procesión que llenaba las angostas calles, con coloridos carruseles, con el Circo Ringlyn, Gran Verbena con el Cholo Montenegro en el antiguo mercado y un partidazo entre el Unión y la Alianza en el Julio C. Brito. Eran los años maravillosos. Se vivía sin prisa, nada de disparates como estrés, anorexia, bulimia, liposucción, siliconas, rinoplastias, conducta bipolar, terapias sensoriales, tendencias depresivas, o incompatibilidad de caracteres, palabrejas inventadas sólo para hacer la vida más complicada de lo que es. ¿Qué será de nosotros después?

Y sin que la llamen llegaba la tristeza, mis primos y mis tíos volvían a Lima, con más abrazos, más besos, más gorditos, muchos tamalitos y muchas lágrimas… ¡Papito, no seas malito, un día más por favor!... seguido de unas rabietas de la pitrimitri. Casi cuarenta años después, aún tengo la esperanza que estos tiempos puedan volver., si no es en ésta tal vez en la otra vida. Pero ahora me doy cuenta que he aprendido que las cosas pequeñas y cotidianas son las que hacen la vida tan espectacular. Estoy seguro que mis recuerdos son muy parecidos a los de todo sampedrano, al fin y al cabo, la vida es un sueño, si te despiertas, cierra los ojos y vuelve a soñar. No es fácil encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que siento, pero es bueno saber que recordar viene del latín re-cordis: que significa volver a pasar por el corazón. Tal vez ahora no me vean en la Fiesta de San Pedro, pero ya saben que mi corazón por un momento estuvo allí. ( fchirinosp@yahoo.com ).

16/7/07

LA FIESTA INOLVIDABLE





El título de esta nota no es casualidad, por que en opinión de la gran mayoría de invitados a la fiesta de San Pedro de Lloc, desde hace muchos años no se vivía una fiesta tan divertida e inolvidable como el gran almuerzo bailable organizado por el Comité Pro Feria 2007 con la Orquesta Internacional de "Joselito" que llegó por primera vez a tierras sampedranas para divertir a más de 1,200 asistentes con un show espectacular de música, color y entretenimiento. El centro de la diversión fue el nuevo Restaurant "Los Toboganes de Don Cristóbal" que albergó a la gente sampedrana y su invitados que llegaron desde Piura, Chiclayo, Cajamarca, Trujillo y Lima a celebrar a lo grande la festividad patronal de la capital pacasmayina. Esta ocasión debe motivar la promoción y realización de nuevas actividades, apostando por mayores y mejores atractivos que permitan recuperar el nivel y la calidad de los espectáculos de antaño.

PACASMAYO CLINKER BAND



Este año la fiesta de San Pedro ha contado con un atractivo programa de actividades populares, destacando la singular presentación de la Orquesta "Pacasmayo Clinker Band" en la verbena realizada en la Plaza Mayor del distrito. Esta agrupación artística, integrada exclusivamente por colaboradores de la fábrica de Cementos Pacasmayo busca expresar su espíritu de alegría y responsabilidad social frente a la comunidad, interprentando un repertorio de música popular acorde con el sentimiento de toda la provincia. La denominación "Clinker" proviene del nombre técnico que se le da al producto de la calcinación de piedra caliza y otros componentes utilizados como materia prima en la fabricación del cemento. Las presentaciones de esta agrupación se realiza exclusivamente en apoyo a las festividades populares y educativas de la provincia de Pacasmayo para promover las tradiciones musicales, la integración familiar y la sana diversión.

NOCHE DE BANDAS PARA RECORDAR







En un acontecimiento irrepetible e innolvidable se ha convertido el Festibandas 2007 que se realizó este año en San Pedro de Lloc dentro de las festividades programadas para la fiesta patronal de junio. La Asociación Dos de Mayo, organizadores del evento, desplegaron su máximo esfuerzo para lograr un certamen único en todo el país al convocar importantes delegaciones escolares que llegaron a competir desde diversas ciudades al III Concurso Nacional de Bandas Escolares Festibandas 2007. La competencia destacó por el nivel, calidad y entusiamo de sus participantes sobresaliendo las delegaciones limeñas representadas por el Colegio "San Antonio Marianistas" del Callao (Tercer Lugar), Colegio "Los Educadores" de San Luis y el Colegio "Buen Pastor" de Los Olivos (Primer Lugar) y también las agrupaciones que llegaron de Trujillo como la tradicional banda del Colegio "San Juan" y la impresionante delegación del Colegio "José Faustino Sánchez Carrión", acompañados por la banda anfitriona del histórico Colegio "José Andrés Rázuri" (Segundo Lugar). Toda la provincia vibró con las interpretaciones de cada una de las bandas escolares que llegaron a San Pedro para dar lo mejor de su repertorio y lucir vistosos uniformes en deslumbrantes coreografías que se pudieron apreciar en el colorido pasacalles realizado por la ciudad y en plena competencia desarrollada la misma noche en el Coliseo Municipal, engalanado con un lleno total de público aficionado y amante de la cultura musical que se vive en nuestro pueblo. Gracias a todos los auspiciadores y sampedranos que contribuyeron en hacer posible este atractivo certamen, quedando demostrado que con el apoyo de todos es posible recuperar y difundir las grandezas de nuestras tradiciones. ¡Viva San Pedro, tierra de músicos!.



15/7/07

DIEZ AÑOS DE RUMBA CON "LOS AMIGOS"


El ritmo norteño en el Perú nos viene acostumbrando a contar con grandes exponentes musicales como Armonía 10 (Piura), Grupo 5 (Monsefú) y Los Caribeños (Guadalupe) sólo por citar a los más representativos, sin embargo también San Pedro tiene lo suyo con Los Amigos, el grupo dirigido desde hace 10 años por Jaimito Cruz, quien creó la agrupación en 1997 junto a Luis Mendoza (vocalista) y Juvenal Javier (saxofonista). La tradición interpretativa y calidad musical de Los Amigos poco a poco va extendiéndose a otras ciudades como Trujillo, Piura, Cajamarca, Chiclayo, Chimbote, Lima y pronto para orgullo nuestro será hacia todo el país. Otra gran noticia es la inminente internacionalización de Los Amigos que realizarán una presentación en los Estados Unidos, invitados por un sampedrado radicado desde hace algunos años en el país del norte y que desea llevar la rumba de nuestro pueblo hacia el sueño americano. Suerte a Los Amigos de siempre.

13/6/07

VIVA SAN PEDRO Y SAN PABLO









La Feria de San Pedro 2007 nos espera con un espectacular programa de celebraciones que se han organizado desde el 16 de junio hasta el 02 de julio, bajo un nuevo formato festivo que incluyen actividades simultáneas en diversos escenarios religiosos, culturales, educativos, turísticos, comerciales, gastronómicos, folklóricos y sociales. Desde la tradicional procesión de San Pedro y San Pablo, Encuentros de embajadas católicas de todos las comunidades aledañas, Verbenas populares gratuitas en la Plaza Mayor, Retretas con Bandas de Músicos, Conferencias magistrales, Peleas de gallos, Campeonato de Fulbito Master, Concurso Nacional de caballos de paso, Concurso de Bandas Escolares Festibandas 2007, Bailes populares con los grupos musicales del momento, Noche del Recuerdo, Peña Criolla y el tradicional Almuerzo Bailable, que este año será amenizado por Joselito y su Orquesta Internacional, que llegará por primera vez a San Pedro de Lloc para alegrar a todos en el día central. Viva San Pedro y disfruta la Feria de San Pedro y San Pablo 2007.

3/6/07

LOS SABORES DE PAKATNAMÚ










Superando las expectativas de los propios organizadores, el pasado domingo se realizó el Festival Gastronómico 2007 “Los sabores de Pakatnamú” en el Club Pacasmayo de Lima (Surco)con la asistencia de numeroso público que degustó los más variados potajes de la cocina del Valle de Jequetepeque. El festival contó con la participación de 32 concursantes que presentaron una variada y sorprendente muestra de la gastronomía de San Pedro, Pacasmayo, Guadalupe, Jequetepeque y San José, resultando como ganadores del concurso el Sr. Alfonso Tapia Nomberto con el típico plato “Cebiche de Lagartijas”, el Sr. Alan Sosaya Rodríguez con el creativo plato “Corona de Seco de Cordero” y la Sra. Lupe Zárate con el tradicional “Frito de Cerdo”, quien tuvo el gesto personal de obsequiar al Comité de Feria 2007 todos los premios obtenidos, para destinarlos a una mejor causa.

Los concursantes brindaron lo mejor de su arte culinario expresado en el cebiche de caballa, pepián de pava, espesado de choclo, seco de cabrito, cebiche de ancoco, toyo ensarzado, raya guisada, pato acuyado, pato asado, chanfaina sampedrana, arroz con carne, caldo de yunyas, carapacho de cangrejos, tamalitos sampedranos, pastel de choclo, dulce de mamey, dulce de guanábana, mermelada de guayaba, chicha de jora, clarito, macerados, etc. En la animación del evento estuvo nuestro recordado Johnny López y también contamos con la participación de destacadas personalidades del mundo gastronómico que integraron el Jurado Calificador como Flavio Solórzano del Señorío de Sulco, Susana Horna del Restaurant Don Fernando, Mirella Imperiale del Instituto de gastronomía INTECI, Cecilia Duthurburu de la UDEP, Rossy Masalías del Círculo Gastronómico, entre otros representantes del sector culinario y se pudo apreciar un espectacular show de marinera norteña dirigido por Carlos Chinchayánm reconocido como nuestro embajador de la marinera.

Este singular evento se realizó gracias al auspicio de Cerveza Cusqueña, Restaurant Don Fernando, Instituto Inteci, Hostal Posada del valle, Manufacturas Récord, Zona Estratégica y Molino Don Oscar y gracias al apoyo desinteresado de muchas familias residentes en Lima que trabajaron arduamente en la organización del mismo, observándose también notables ausencias o indiferencia de muchos conciudadanos. La nota positiva la pusieron los medios de comunicación que se interesaron en difundir nuestra gastronomía en diversas entrevistas y notas informativas en prensa, radio y televisión. Gracias a todos los que expusieron lo mejor de nuestras tradiciones culinarias.

1/5/07

UN PUEBLO QUE ENCANTA Y SORPRENDE




Quienes viajan al norte del país, entre Trujillo y Chiclayo tienen una parada obligada en San Pedro de Lloc (Panamericana Norte km. 656), para conocer un pueblo que sorprende por sus tradiciones, encantos turísticos y gastronómicos, ubicado en el corazón del valle de Jequetepeque a solo una hora de Trujillo y paso obligado para quienes van hacia Cajamarca, Chiclayo o Piura. venga a San Pedro de Lloc y disfrute de sus paisajes naturales, arquitectura colonial, riqueza agrícola y de la tranquilidad de un pueblo encantador. Bienvenidos a las cálidas tierras del cañán.